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LA CRISIS ES MAS GRANDE DE LO QUE PENSABAMOS


Las estadísticas indican que 1500 pastores dejan el ministerio mensualmente, debido a fallos de carácter moral, desgaste espiritual o pugnas internas en la iglesia.
Esta cifra es alarmante, pero más preocupante aún son las situaciones por las cuales 18,000 pastores dejan sus iglesias cada año en los Estados Unidos.
Las siguientes estadísticas señalan algunos de estos problemas y fueron presentadas por
Barna y Focus on the Family. Les advierto que los números son tétricos:
Sobre los pastores:
El 50% de los matrimonios pastorales terminaran en divorcio.
El 80% de los pastores y el 84% de sus esposas se sienten desalentados, y sin la calificación apropiada para desempeñar su labor de pastor.
EL 50% de los pastores están tan desalentados, que dejarían el ministerio inmediatamente si no fuera porque no tienen otra forma de ganarse la vida.
El 80% de los graduados del seminario bíblico que empiezan a pastorear lo dejarán antes de cumplir el 5to año.
El 70% de los pastores batallan constantemente contra la depresión.
Casi el 40% admite haber tenido una relación extramarital desde el comienzo de su ministerio.
El 70% de los encuestados dijeron que sólo leen la Biblia cuando preparan sus sermones.
Sobre las esposas de los pastores
El 80% de las esposas de los pastores sienten que sus esposos están sobrecargados de trabajo.
El 80% de las esposas desean que sus esposos hubieran escogido otra profesión.
La mayoría de las esposas de los pastores dicen que el acontecimiento más destructivo ocurrido en su matrimonio y su familia ha sido el día que empezaron el pastorado.
Aparentemente hay “riesgos” asociados con la profesión, los cuales se hacen más evidente dentro del esquema de la iglesia actual, y aunque no estamos generalizando, la posición del pastor se ha hecho más difícil al tener que equilibrar su responsabilidad como líder, y afrontar las demandas de la congregación mientras mantiene la integridad de su hogar intacta. Lamentablemente este ejercicio a menudo es el detonante que lo lleva a una confrontación en la cual, casi siempre es el mismo pastor el que sale perdiendo.